Cómo seguir siendo joven a pesar de tener más de 130 años? El investigador Nicolás Colombo tiene la respuesta para el caso platense: encontrar siempre alguna historia nueva para contar sobre la ciudad que encierra en su cuadrado de 10 kilómetros perimetrales tantos enigmas como ninguna otra del país. Así lo certifica su saga de libros autogestivos Misterios de La Plata, cuyo reciente segundo volumen viene a completar el exitoso debut de 2015.
Desde las diagonales que siempre se cruzan y a muchos pierden hasta el misterioso arquero sin flecha que apunta al rosetón de la Catedral, en el corazón de la fundacional Plaza Moreno, pasando por el pulso efervescente de sus universidades o el magnético bosque que a través del Anfiteatro del Lago, los estadios de Gimnasia y de Estudiantes y el Museo de Ciencias Naturales condensa las tres virtudes capitales de la capital provincial: la cultura, el fútbol y el conocimiento.
Con la misma intensidad de los semáforos platenses (donde el rojo pasa al verde ante la peligrosa ausencia del amarillo), esta nueva entrega de Misterios de La Plata va y viene en el tiempo y en el espacio para hablar de masones, iglesias, roscas, peleas, crímenes y leyendas, plantas carnívoras, eucaliptos que parecen llorar con el viento, espías nazis, momias egipcias, cementerios indios, brujas y hechizos, proyectos inconclusos y un anecdotario fundamental para comprender que la historia de los pueblos no es solamente la que describen los eruditos ni consignan los próceres de estatuas sino también las que se cuentan de casa a casa, de vereda a vereda y de mesa a mesa en cualquier bar. La Plata, ciudad de tilos, mitos e hitos.
Como muchos otros libros, este también comenzó con un estímulo externo. En el 2000, el municipio platense quería insistir ante la UNESCO para que declarase a la ciudad Patrimonio de la Humanidad. Entonces formó un grupo docente que iba por los colegios dando clases sobre historia regional. Entre el piberío estaba Nicolás Colombo, que con 13 años descubrió que La Plata no sólo tenía relatos consagrados sino también mucho de misterio y picaresca. Y si bien la propuesta ante el organismo de la ONU no prosperó, al menos sus cenizas sirvieron como abono intelectual y emocional para iniciar la investigación fantástica –en el sentido estético y también literario– que devino en estos dos libros.
“Esas clases me dejaron marcado y con muchas ganas de preguntas que busqué resolver por mi cuenta”, afirma Nicolás. Un camino que interrumpió y reanudó con fuerza a partir de 2008 con un eje claro: los mitos urbanos. Primero armó una lista con los que conocía (no más de diez) y empezó a revisar libros, diarios, revistas, archivos y testimonios al respecto. Los primeros resultados fueron divulgados en las plataformas que iban surgiendo: primero un blog, luego una página de Facebook, más adelante una cuenta de Instagram . Al cabo de dos años, no solo multiplicó por diez su inventario de historias, hasta superar las cien, sino que también se vinculó a otros interesados por “descubrir aquello oculto en la ciudad”. En simultáneo, armó con amigos periodistas y coordinadores turísticos la movida La Plata, ciudad oculta, un grupo con el que ofrecían recorridos a pie por la urbe.
Recién en 2015 afirmó la idea de publicar un libro de manera autogestiva y pulmonar, aunque a la vez responsable y con una calidad narrativa notable. Y el resultado fue un éxito: el material se agotó rápidamente y llegó hasta su cuarta edición. Pero no sólo proliferaban los ejemplares en circulación sino también las historias reveladas. Entonces se impuso este segundo volumen que ahora Nicolás presenta con novedades como relatos de fantasmas en edificios céntricos, muertes extrañas, tesoros ocultos, proyectos inconclusos, espiritismo, casos de estigmas, ovnis y casas donde brotaba sangre del piso.
¿Hay una historia que destaque por sobre las otras? Nicolás no se anima a elegir una favorita, aunque destaca las que aparecieron sin buscarlas. Como el refugio nazi que descubrió revisando diarios viejos. O la vez que investigaba sobre la “oleada” de ovnis en la década del ‘50 y se encontró con La Tigra, una bruja a la que acusaron de haber conjurado para mandar a Estudiantes a la B en 1953. “La policía allanó su casa porque la brujería y la adivinación estaban prohibidas por ley, y ahí descubrieron una foto del plantel Pincha minado de hilos y alfileres. La Tigra aseguró que el trabajo había sido encargado por un grupo de hinchas de Gimnasia que iban todos los días a rezarle a esa foto para perjudicar al eterno rival. La bruja fue encarcelada, pero pese a eso algunos aseguraban haberla visto sobrevolar la cancha de Estudiantes derramando fluidos, así que la policía reforzó los candados de la celda, escondió las escobas y colocó una red encima del patio de la prisión”.
“Me llaman mucho para dar charlas y, cuando llego, mucha gente se sorprende. Es que me confiesan que esperan encontrarse con un tipo grande porque no se imaginan a un treintañero descubriendo y escribiendo sobre la ciudad”, asume Colombo, quien cree que la demografía joven que tiene la ciudad por ser un epicentro universitario es un elemento clave para la divulgación de estas historias. “A La Plata vienen estudiantes de todo el país e incluso del extranjero, y a muchos les producen curiosidad estos relatos de túneles, masones, personajes extraños y sucesos curiosos. Ahí hay un canal muy fuerte de difusión donde se reinterpretan, se traspasan barreras y se mantienen durante el tiempo más allá de cómo las hayan contado originalmente personas como yo”
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/208388-ovnis-brujas-y-tesoros-en-la-plata
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