Pese a los avances en la promoción de una investigación oficial, todavía está pendiente
WASHINGTON.- En el año 2007, el líder de la mayoría en el Senado estadounidense, Harry Reid, convocó a sus colegas Ted Stevens y Daniel Inouye a una sala especialmente segura del Capitolio para intercambiar información altamente clasificada.
Inouye, senador demócrata por Hawai, y Stevens, republicano por Alaska, manejaban el financiamiento de operaciones ultrasecretas del Pentágono. Reid quería plantar en la mente de sus colegas el germen de una idea que debía ser mantenida en secreto, no solo por una cuestión de seguridad nacional sino porque era, como le habían dicho a Reid sus asistentes, un poco disparatada.
Reid quería que el Pentágono investigara los ovnis. “Todos me decían que me estaba comprando un problema”, dice Reid, entonces senador demócrata por Nevada, estado donde se encuentra el centro de pruebas ultrasecreto de la fuerza aérea estadounidense conocido como Área 51, meca de todos los cazadores de ovnis. “Pero yo no tenía miedo, y me parece que el tiempo me dio la razón”.
A still image taken from a U.S. Navy video released in March 2018
Agencia AFP
Reid se refiere a la ola de rumores en torno a los ovnis que se ha levantado entre los funcionarios de Washington, sobre todo los senadores más prominentes, los exdirectores de la CIA y otros depositarios de información privilegiada del Pentágono. Lo que antes implicaba un vuelo directo al manicomio político, digno de las pantallas de Hollywood y de las novelas de ciencia ficción, ahora forma parte de las discusiones en Estados Unidos. De hecho, hasta han surgido nuevos acrónimos de gobierno.
“Antes era un tema que arruinaba la carrera política de cualquiera”, dice John Podesta, que cuando era jefe de gabinete del presidente Bill Clinton prefería no compartir con nadie su interés personal por los ovnis. “Nadie quería que lo pescaran hablando del tema, porque lo podían acusar de creerse parte de la serie X-Files”.
Pero ahora no solo se habla del tema. A principios de este año, el Departamento de Defensa estadounidense publicó un comunicado de prensa con el siguiente titular: “Creación del Grupo de Trabajo de Fenómenos Aéreos No Identificado” (UAPTF). Según informó el Pentágono, la misión del UAPTF, un acrónimo que más bien parece un trabalenguas, “es detectar, analizar y catalogar fenómenos aéreos no identificados que potencialmente podrían plantear una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos”.
Pocos meses después, como parte del paquete de estímulo económico por la pandemia implementado por el presidente Donald Trump, el Comité de Inteligencia del Senado, encabezado por el senador Mark Warner, demócrata por Virginia, incluyó una cláusula solicitándole ayuda al director de inteligencia nacional para elaborar un informe desclasificado que contenga todo lo que saben los organismos gubernamentales sobre los ovnis, incluidos los numerosos avistamientos señalados por pilotos de la Fuerza Aérea. Ese informe será publicado el mes próximo.
Pero a lo largo de estos meses muchos exfuncionarios de gobierno han empezado a hacer declaraciones asombrosas. A fines del año pasado, Tyler Cowen, profesor de economía de la Universidad George Mason, entrevistó en un podcast a John Brennan, exdirector de la CIA, quien señaló que “es un poco presuntuoso y soberbio creer que no existe ninguna otra forma de vida en todo el universo”.
El mes pasado, en una entrevista con Black Vault, un sitio web que recopila avistamientos paranormales, James Woolsey, exdirector de la CIA, dijo: “No soy tan escéptico como hace unos años, es lo menos que puedo decir, pero hay un grupo de pilotos inteligentes y experimentados que han pasado por experiencias sorprendentes”.
Ambos exdirectores de la CIA se referían a los videos de pilotos de la Fuerza Aérea y de la Armada en los que se los escucha hablar objetos inexplicables que aparecían en sus radares, que se trasladaban a velocidades insólitas y realizaban maniobras aéreas que van contra toda lógica, incluso comparadas con las que podría realizar el avión militar más avanzado.
–“¡Miren eso!”, grita un piloto en uno de los videos, mientras su radar se enfoca en un extraño objeto volador.
–“Está rotando” dice otro piloto.
–“¡Dios mío!” dice el otro piloto.
La autenticidad de los videos fue confirmada por funcionarios del Pentágono. Algunos de ellos fueron difundidos recientemente en el programa de televisión estadounidense 60 Minutes.
“Vi algunos de esos videos de pilotos de la Armada, y tengo que reconocer que uno se queda pasmado”, dice Brennan. “Creo que parte de esos fenómenos sigue sin tener explicación, y de hecho algunos creen que podrían responder a algo que todavía no entendemos y que incluiría la actividad de alguna forma de vida diferente”.
No es la primera vez que los ovnis aparecen –literal o metafóricamente– en los radares de Washington. En 1952, hubo reportes de “platillos voladores” que aparecían en los radares sobrevolando la capital del país. La noticia llenó las tapas de todos los diarios estadounidenses. “Platillos voladores sobrevuelan la capital”, tituló la Gaceta de Cedar Rapids. La tapa del diario The Washington Post era un poco más moderada: “Platillo volador deja atrás un avión, dice un piloto. La Fuerza Aérea encubre la investigación”.
Los televidentes reportaban que un funcionamiento extraño en sus televisores. La Fuerza Aérea despachó de inmediato sus aviones: no encontraron nada. Los altos mandos militares atribuyeron todo a las condiciones meteorológicas.
Intentos fallidos de investigación oficial
Cuando era congresista por Michigan, en 1966, el futuro presidente Gerald Ford pidió que el Congreso investigara los avistamientos de ovnis que reportaban los electores de su estado. Nadie apoyó su pedido. Pocos años más tarde, el futuro presidente Jimmy Carter informó haber visto un ovni poco antes de dar un discurso en el Lions Club de Leary, Georgia.
“Había una luz brillante en el cielo”, le dijo Carter a la revista GQ en 2005. “Todos la vimos. Y después la luz empezó a acercarse, hasta que se detuvo, no sé a qué distancia, pero se detuvo detrás de los pinos. Y de repente cambió de color y se puso azul, después roja, y después otra vez blanca”.
El renovado interés de Washington parece deberse a la reunión que mantuvo Reid en el Capitolio. La curiosidad del senador por los ovnis data de mediados de la década de 1990, cuando en Las Vegas un notero de televisión lo invitó a una conferencia con académicos y curiosos de la temática ovni. “Me pareció realmente interesante y movilizador”, dice Reid, a quien todavía no le ha tocado ver un ovni.
Una década más tarde, Reid fue contactado por Robert Bigelow, un opulento y conocido empresario de la industria de moteles cuyo padre murió en un accidente aéreo y cuya familia culpó del hecho a los ovnis. Bigelow, aficionado a la temática alienígena, tenía una hacienda en Utah, donde se habían producido una serie de eventos paranormales: desaparición de ganado, avistamiento de ovnis, aparición de extraños campos magnéticos. Cuando un funcionario de la Agencia de Inteligencia de la Defensa quiso visitar el lugar, Bigelow llamó a Reid. El líder de la mayoría se convenció de que era hora de tomarse en serio el tema de los ovnis.
Tardó nada más que diez minutos en convencer a sus colegas Inouye y Stevens de apoyar un presupuesto de 22 millones de dólares para que el Pentágono creara un programa de investigación. Reid recuerda que Stevens aceptó rápidamente, porque como piloto de la Fuerza Aérea durante la Segunda Guerra Mundial había visto cosas extrañas, incluido un objeto que no parecía ser un avión y que imitaba sus movimientos en el aire.
Reid está jubilado pero su interés por los ovnis sigue intacto. El hombre que en estos días concita la atención de todo Washington es Luis Elizondo, un exoficial de inteligencia militar que, según Reid, dirigió la unidad del Departamento de Defensa creada luego de la reunión secreta celebrada en el Capitolio.
Elizondo apareció recientemente en el programa 60 Minutes, donde dijo: “Sé que puede parecer disparatado, pero lo que digo es real. La pregunta es: ¿Qué es? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Qué es capaz de hacer?”. En una entrevista con The Washington Post, Elizondo explica por qué el tema pasó de la burla a ser objeto de una investigación formal.
“Ahora debemos confiar en la capacidad de las fuerzas militares y de inteligencia para recopilar datos y luego interpretarlos”, dice Elizondo. “No estamos hablando de una abuelita que vio unas luces de colores en el patio”.
Elizondo agrega que Estados Unidos no puede demorar más en encarar el tema seriamente. “Actualmente, hay reportes de avistamiento casi todos los días”, dice Elizondo. “Cuanto más lo escondamos, peor va a ser. De hecho, mantener todo tapado va en contra de nuestros propios intereses”.
Pero según algunos funcionarios de Washington, sigue habiendo poca voluntad política de discutir el tema ovni públicamente. Warner, el director del Comité de Inteligencia del Senado, se negó a comentar para este artículo. “No vamos a emitir ningún comentario sobre el asunto”, dijo su vocera.
Traducción de Jaime Arrambide
Michael S. Rosenwald
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