Nassio Bayarri explora los confines del universo en su obra de la que exhibe en el Museo de Cerámica 29 piezas
Habla mucho de extraterrestres. «Yo he visto un ovni», recuerda. Lo dice sin ambages, concitando las miradas de los incrédulos que le escuchan. Y cuenta la siguiente anécdota: estando en Vilafamés (Castellón) junto al crítico de arte Vicente Aguilera Cerni, le aseguró que veía un ovni, apenas un punto en la lejanía, pero que vendría poco a poco y se haría grande. Así ocurrió, de manera que Aguilera se asustó y, como queriendo desprenderse de tamaña visión, le espetó: «A mí no me hipnotices».
Nassio Bayarri narra la historia con los ojos entreabiertos, como escudriñando desde el presente aquel pasado que sigue depositando en su obra. «Estos son mis pensamientos y mi vida íntima», subraya, rodeado de las 29 piezas que conforman la exposición De lo cotidiano a lo fantástico, que el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias 'González Martí' acoge hasta el 15 de septiembre. «Es un viaje de lo cotidiano a lo fantástico en su intento por conocer ese mundo» que se extiende más allá de los límites humanos. «Centra su obra en la exploración metódica del cosmos», explica la comisaria Carla Alabau.
Los extraterrestres que Bayarri ha visto aproximarse en esos ovnis que jura haber divisado guardan coherencia con su forma de entender el arte: «Yo soy cotidiano, un hombre que razona, que lee, que se preocupa, pero ahí [señalando su obra] ya no soy yo. No todo el mundo hace lo que yo hago». Y lo que Nassio Bayarri hace es dejarse llevar por esa energía interior o alma, para trascender los límites de una percepción demasiado pegada a la tierra. «Lo cotidiano lo superas llevándolo a la fantasía», apunta, antes de volver a sus pensamientos cosmoístas, que agrupó en un manifiesto escrito en 1967, para decir: «Hay que volar de verdad, porque estamos en el aire, volando todos».
Sus esculturas de cerámica y de acero, sus mosaicos, dibujos y pinturas destilan ese aire mayestático del cosmos que pretende atrapar. Por eso repite que en su larga producción «hay algo extraterrestre». Es decir, algo que está más allá de la tierra que firmemente pisamos por miedo a elevarnos, perder pie, y hallar cosas inauditas, al tiempo fantásticas e inquietantes. De ahí que afirme con rotundidad: «Yo creo que Jesucristo era un extraterrestre». A estas alturas, es más fácil imaginar a lo que se refiere: «Era un extraterrestre porque, como él mismo dice, no era de este mundo».
Nassio Bayarri, en este sentido, tampoco. Lo es, porque ese mundo lo percibe, lo investiga, lo descubre, hasta el punto de aspirar su aire y crear misteriosos volúmenes con él. «Para Nassio la geometría es la esencia y solo a través de ella se puede adquirir conocimiento del mundo y su otra dimensión. Meticulosamente recurre a ella para concebir ese más allá y organizar el cosmos tanto bidimensional como tridimensionalmente», sostiene Alabau. Ese más allá de un cosmos que nos sobrepasa atraviesa el conjunto expositivo, que abarca piezas de sus últimos cuatro años, junto a otras más antiguas.
Pese a sus 86 años tiene cuerda de sobra para seguir tirando de ella: «Estamos pensando en sacar a la calle las grandes obras que tengo», dice, a la espera de confirmación oficial por parte de un Ayuntamiento de Valencia que ultima su organigrama tras las recientes elecciones. «Al valenciano no le hables de cosas violentas antes de haber comido», ironiza al respecto. Como le saca punta a ese complejo del valenciano al que le falta explotar para que su talento irradie hasta alcanzar Madrid o Barcelona. «Si Madrid tiene grandes exposiciones de artistas nacionales y extranjeros, me voy a verlas. Se gasta el dinero trayendo esas obras», sugiriendo la necesidad de hacer lo mismo, con el fin de trascender más allá de nuestras fronteras.
Como recoge en su Manifiesto Cosmoísta, citado por la comisaria: «Vuela conmigo y te contaré cómo son realmente las cosas». He ahí la trascendencia y la visión apasionada del arte que tiene Bayarri, al que apenas se le escapa un consejo que en su momento le dieron a él: «El tiempo pasa y no vuelve». A lomos de este tiempo que vuela, ha ido construyendo su obra en torno a los mitos referidos por Alabau: «Mitos que evocan las preocupaciones del hombre, como el más allá, y que esconden, bajo la apariencia de cuentos fantásticos, la búsqueda de verdades desde un terreno no identificado».
«Yo veo las cosas sin mirar al suelo, sino levantando la vista al cielo», remarca Bayarri, quien afirma estar «hasta las narices de los museos, me aburren». Como le aburre la apatía general: «No ocurre nada, este país es aburrido», dejando al margen, claro está, la encendida política. «Los coleccionistas se han dormido y hay que despertarlos», agrega. También se refiere a Santiago Calatrava («no lo hace mal»), cansado de que cada vez que va a Madrid solo le pregunten por el Micalet, La Lonja y las Torres de Serranos: «El español es tan criticón que en cuanto alguien eleva el listón se meten con él». Y volviendo a su obra, dice que el material «tienes que dominarlo, no él a ti», para sentenciar que la televisión en tiempos renacentistas estaba en las vidrieras: «Las hacían en color para que el público se sintiera fascinado». De nuevo la trascendencia y el más allá cosmológico por el que se pierde Nassio Bayarri, para reencontrarse en cada una de sus obras
Fuente: https://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/2019/06/14/5d032ecf21efa09a448b45ba.html
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