El fenómeno ha sido viral, atípico y, para algunos, revelador. Decenas de personas han sido testigos en las últimas semanas de varios drones volando por Nueva Jersey y nadie parece entender nada. La escueta respuesta de las autoridades, que se han limitado a decir que los drones no suponen una amenaza, sólo ha aumentado la inquietud sobre quién los maneja y qué hay realmente detrás de todo esto.
El silencio sobre los aviones no tripulados está avivando la creación de teorías conspirativas, con no pocas personas convencidas de que el Gobierno de los Estados Unidos sabe más de lo que dice. No hay pruebas de que este sea el caso, pero no es menos cierto que el Gobierno federal tiene un largo historial de programas encubiertos al que, como mínimo, merece la pena echarle un vistazo.
Aviadores muestran un dispositivo de radar acoplado a un globo meteorológico en la Base Aérea del Ejército de Fort Worth, cinco días después del incidente de Roswell.
Fotografía de Courtesy of Fort Worth Star-Telegram Photograph Collection, Special Collections, The University of Texas at Arlington Library, Arlington, Texas
“Es la obstrucción, el disimulo y la falta de honradez del Gobierno lo que (más que ningún otro factor) ha engendrado sospechas y fomentado la teoría de la conspiración”, escribió el historiador Matthew Connelly en The Declassification Engine: What History Reveals About America's Top Secrets [El motor de la desclasificación: Lo que la historia revela sobre los secretos más importantes de Estados Unidos].
He aquí cinco casos en los que el Gobierno de Estados Unidos acabó admitiendo la existencia de programas e incidentes que inicialmente mantuvo en secreto.
Experimentos en humanos: Científicos expusieron a estadounidenses vulnerables a la radiación
En 1945, el mismo año en que lanzó dos bombas atómicas sobre Japón, el Gobierno de Estados Unidos inició experimentos para investigar los efectos de la radiación en el cuerpo humano. Los científicos administraron dosis de plutonio, una sustancia química radiactiva, a 18 personas a lo largo de dos años. Entre los sujetos había estadounidenses con enfermedades terminales, niños y personas sin vivienda.
Ebb Cade, un trabajador de la construcción de Tennessee, fue uno de los sujetos. Tras romperse un brazo y una pierna en un accidente de coche en marzo de 1945, los médicos retrasaron el tratamiento de sus fracturas durante semanas hasta que pudieron inyectarle plutonio y ver cómo afectaba a sus huesos. Murió ocho años después.
En los años siguientes se pusieron en marcha más experimentos, que se extendieron a personas encarceladas, ancianos y militares, todos ellos expuestos a la radiación sin su consentimiento.
En respuesta a la falta de ética de los experimentos nazis en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, en abril de 1947 se estableció un marco de principios humanitarios para la investigación médica. Conscientes de que “algún día tendrían que responder de sus actos”, como dijo Connelly, los funcionarios estadounidenses implicados en los experimentos con radiaciones tomaron medidas para clasificarlos.
Los detalles sobre los experimentos con humanos permanecieron ocultos durante décadas. No fue hasta 1994, cuando el Departamento de Energía inició una investigación sobre los experimentos llevados a cabo entre 1944 y 1974, cuando se dieron a conocer ampliamente.
El incidente de Roswell: ¿”platillo volante”, globo meteorológico u otra cosa?
En el verano de 1947, la atención de la nación se centró en Roswell, Nuevo México, después de que un ranchero local encontrara restos inexplicables en su propiedad, incluidos trozos de papel de aluminio y goma.
Los restos acabaron en manos del cercano Campo Aéreo del Ejército de Roswell, que envió oficiales a investigar. El 8 de julio, emitieron un comunicado anunciando que tenían en su poder un “platillo volante”. Pero dieron rápidamente marcha atrás. En realidad se trataba de un globo meteorológico, dijeron, y no de un platillo volante.
El general de brigada Roger Ramey y el coronel Thomas DuBose examinan los restos encontrados en Roswell.
Fotografía de Courtesy of Fort Worth Star-Telegram Photograph Collection, Special Collections, The University of Texas at Arlington Library, Arlington, Texas
El cambio de rumbo y la naturaleza misteriosa de los restos avivaron los rumores de que en realidad se trataba de los restos de una aeronave extraterrestre.
En 1994, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos hizo un informe que parece haber corregido el registro. Los restos eran en realidad reflectores de radar desarrollados para el Proyecto Mogul, un programa de investigación de espionaje dirigido a la Unión Soviética.
MKUltra: La CIA destruyó documentos relacionados con un programa experimental de drogas
Durante la Guerra Fría, Estados Unidos exploró formas cada vez menos convencionales de intentar ir un paso por delante de la Unión Soviética. Entre 1953 y 1973, MKUltra, un programa secreto de la CIA, exploró un método: drogas de control mental que Estados Unidos podía utilizar como armas.
Al drogar a civiles y trabajadores del Gobierno (sin su consentimiento), los investigadores del programa querían observar los efectos de las drogas como el LSD, esperando en última instancia volver a la gente lo suficientemente dócil como para llevar a cabo tareas como asesinatos secretos.
Este proyecto conllevaba riesgos significativos y graves problemas éticos. En un experimento, el equipo de Gottlieb drogó a un paciente con una dosis tan alta que murió.
Los detalles de MKUltra empezaron a salir a la luz en 1974, cuando un reportaje del New York Times sacó a la luz las prácticas poco éticas e ilegales de la CIA, lo que dio lugar a una investigación del Senado y a numerosas revelaciones públicas. El alcance total de las actividades de MKUltra probablemente seguirá siendo un misterio, ya que el director de la CIA, Richard Helms, ordenó destruir todos los registros del programa el año anterior.
COINTELPRO: La vigilancia del FBI sobre los estadounidenses sólo salió a la luz por un robo
El FBI de J. Edgar Hoover lanzó el Programa de Contrainteligencia, o COINTELPRO, en plena Guerra Fría. Su objetivo: mitigar la influencia del Partido Comunista de Estados Unidos en el país.
COINTELPRO utilizaba una serie de tácticas para vigilar y sabotear a sus objetivos, como socavarlos ante la opinión pública o sembrar conflictos para debilitarlos.
El programa amplió gradualmente su alcance para incluir a organizaciones y personas que consideraba perturbadoras del orden social y político, como el Ku Klux Klan, los Black Panthers [Panteras Negras] y los principales activistas del movimiento por los derechos civiles, entre ellos Martin Luther King, Jr.
El FBI vigiló a King mediante escuchas telefónicas y micrófonos ocultos y prestó especial atención a sus relaciones extramatrimoniales. En 1964, el FBI llegó a intimidar a King enviándole una carta anónima en la que le llamaba "animal asqueroso y anormal".
El reverendo Martin Luther King, Jr. a la izquierda, y el reverendo Ralph Abernathy, a la derecha, líderes del movimiento por los derechos civiles, son detenidos por la policía tras una manifestación en Birmingham, Alabama, el 12 de abril de 1963.
Fotografía de Horace Cort, AP Photo
La policía ocupa la sede de los Black Panthers en Nueva Orleans tras un tiroteo el martes 16 de septiembre de 1970. Siete personas resultaron heridas y otras 14 fueron detenidas durante el incidente.
Fotografía de AP Photo
Las actividades de COINTELPRO salieron a la luz por primera vez en 1971, cuando miembros de un grupo activista llamdo Comisión Ciudadana para Investigar al FBI, consiguió documentos clasificados sobre el trabajo del programa durante un asalto a una oficina local del FBI, y los dieron a conocer a la prensa.
Uno de los muchos incidentes "broken arrow": Cómo Estados Unidos perdió un arma nuclear en el mar
A medida que Estados Unidos fue acumulando armas nucleares durante la Guerra Fría, surgió un nuevo riesgo: los incidentes broken arrow, en los que se roban, pierden o manipulan indebidamente armas nucleares. Estados Unidos ha reconocido oficialmente 32 incidentes broken arrow.
Uno de ellos ocurrió el 5 de diciembre de 1965, cuando el U.S.S. Ticonderoga, un portaaviones, se encontraba en el Mar de Filipinas, y un avión de guerra Skyhawk, con un piloto y una bomba nuclear a bordo, se cayó del buque y cayó al océano.
Los esfuerzos de recuperación se centraron inmediatamente en el piloto. Pero tras horas de búsqueda en helicóptero y barco, los miembros de la tripulación fueron incapaces de encontrarlo. El piloto, el avión y el arma nuclear permanecieron perdidos bajo casi 5000 metros de agua.
Tras el desastre, los oficiales ordenaron a los hombres a bordo del Ticonderoga que mantuvieran las boca cerrada, ya que no querían que la presencia de armas nucleares a bordo de un buque de la Armada se hiciera de dominio público.
Aunque la Marina reconoció el incidente en 1981, los detalles de lo que ocurrió exactamente seguían siendo imprecisos. Ocho años más tarde, los académicos William Arkin y Joshua Handler publicaron documentos de los Archivos Nacionales, llamando aun más la atención sobre el desastre.
Puede que programas como MKUltra y COINTELPRO hayan pasado a la historia, pero muchos estadounidenses siguen preguntándose qué actividades clandestinas se están llevando a cabo en la actualidad y cuándo saldrán a la luz los detalles.
Como escribió Connelly, la cuestión de la desclasificación y la transparencia no consiste en “vencer el secreto gubernamental”. Por el contrario, el objetivo debería ser “distinguir el tipo de información que realmente requiere ser salvaguardada de la información que los ciudadanos necesitan urgentemente para pedir cuentas a sus dirigentes”. Esta es la única manera de mantener tanto la seguridad nacional como la responsabilidad democrática”.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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