Ex inspector José María de Vicente
Entre los muchos constatados, destaca el “flap” (avistamientos continuados) que tuvo lugar en el año 77 en La Bóveda de Toro y sus cercanías. José María Vicente recogió e investigó testimonios de numerosos vecinos, que comprobaron que las misteriosas apariciones comenzaron el 10 de junio, y se prolongaron durante quince días. Siempre fue la misma nave, según los testigos, y la hora era similar, en todos los casos.
El “expediente X” de Hermanos Pinzón en Zamora
El ex inspector José María de Vicente rememora el “poltergeist” que presenció tres décadas atrás en una vivienda de Los Bloques y que esta noche reconstruye “Cuarto Milenio”
Ocurrió hace tres décadas, pero los ecos de aquel suceso tienen tanta fuerza que se escuchan en presente. El programa de Cuatro, “Cuarto Milenio”, rememora esta noche aquel suceso “poltergeist” que experimentó una familia zamorana en el octavo piso del número uno de la calle Hermanos Pinzón, y de la que fueron testigo el inspector de policía José María de Vicente y el antiguo párroco de San Lorenzo, don Lauro Nogal.
Pero, ¿qué es un “poltergeist”? Los expertos lo definen como el conjunto de sucesos físicos de naturaleza paranormal que son perceptibles a simple vista por su violencia y al que no se le encuentra fácil explicación. ¿Ocurrió esto en el número uno de Hermanos Pinzón? El testimonio de las personas que vivieron aquella secuencia de hechos así lo confirma. En colaboración con LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, Cuarto Milenio ha accedido a la versión de los vecinos y del propio párroco, quienes relatan los extraños sucesos vividos en el interior de la vivienda de María Dolores.
El inspector de Policía de Zamora, José María de Vicente, regresó semanas atrás de su residencia actual en Ávila para reconstruir el relato. Tres décadas atrás recibió la llamada de una familia, “estaban atemorizados y pedían ayuda”. Ante la extrañeza del caso, la Policía aguardó una segunda llamada de los denunciantes y, entonces, De Vicente, curioso de estos casos por naturaleza acudió al octavo piso del número uno de Hermanos Pinzón. Cuando revisaba las instalaciones de la vivienda, en compañía de María Dolores, su madre y su hijo, “hubo un fuerte ruido, volvimos al salón y los muebles se habían separado casi un metro de la pared”. Ahí no acabó todo. “Cuando nos disponíamos a dejar la vivienda, fuimos testigo de un ruido extraño, como de estertores de muerte“, añade De Vicente, quien llegó a preguntar si los sonidos podían proceder del piso superior. “Imposible, este es el último”, negaron los residentes.
Los vecinos recuerdan sin esfuerzo aquel suceso, a pesar de la distancia temporal. María Dolores “nos decía que en su casa se encendían y apagaban luces, que le faltaban cosas? Aunque nunca supimos si todo aquello era verdad”, puntualiza Josefa Angulo, vecina del primero.
Asustado y consciente de la situación, De Vicente habló con la parroquia de San Lorenzo con un doble objetivo: buscar un lugar donde mudarse la familia por algunos días y pedir “un exorcismo” al sacerdote. El destinatario del mensaje tiene un recuerdo nítido del suceso, pero corrige: “No se hizo un exorcismo, solo una bendición del hogar”. Lauro Nogal, don Lauro, párroco de San Lorenzo durante tres décadas, acudió a la llamada de los vecinos de Hermanos Pinzón. Y entonces, pasaron más cosas. “Cuando estábamos en la vivienda, de repente, se apagaron las luces y al volver la iluminación, tenía una servilleta tirada a mis pies”, detalla Nogal.
Ante el temor de Lola, su madre y su hijo, el párroco restó importancia a lo acontecido. “No sé si aquello fue accidental”, relata. “Tiempo después me contaron que la familia tenía problemas para atender el alquiler y que quizá llamaran la atención para buscar un nuevo hogar”, añade. Don Lauro precisa que “puede que el niño, preocupado por la situación familiar, fuera el responsable de que la luz se apagara”. En cambio, el sacerdote no afirma expresamente que el adolescente lo hiciera con sus propias manos. “He tenido conversaciones con médicos y es factible que forzara estos hechos con la propia mente”, revela.
Escéptico con lo que allí ocurrió, Lauro Nogal sí admite que las bendiciones pueden acabar con hechos desagradables. El sacerdote lo experimentó en su propia familia, cuando intervino para acabar con los extraños sucesos que angustiaban a su sobrino, un reservista del Ejército que había montado en Madrid una panadería. “Asustado porque una mañana se encontró con una de las máquinas desmontada, acudí a Madrid para bendecir el local y nunca más tuvo problemas”, resume Nogal.
El hecho es que Lola y su familia acabaron dejando el octavo piso de Hermanos Pinzón para trasladarse a otra calle de Los Bloques. No hubo más noticias de los extraños sucesos acaecidos.
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Fue un verdadero honor esta entrevista.