En 1966, la Armada española se hizo con los restos de una aeronave en forma de platillo volante que había sobrevolado varias instalaciones militares de El Ferrol (A Coruña). 

Si suponemos que los ovnis son ingenios tecnológicos creados por los extraterrestres resulta lógico pensar que algunos de ellos puedan haberse averiado o incluso accidentado durante sus visitas a nuestro planeta. Todos, en mayor o menos medida, seguimos las vicisitudes del incidente Roswell que, al parecer, es uno de los primeros casos mundiales de OVNIS estrellados, que no el único, pero: ¿hay en España documentos que atesoren un acontecimiento de este tipo?

 

La respuesta es .

 

El 2 de abril de 1966 un objeto no identificado cayó al mar de la Graña, frente a la localidad gallega de El Ferrol. Para más inri se trata del primer caso de ovnis del que se tiene constancia en territorio gallego y forma parte de los expedientes oficiales del Ejército del Aire, accesibles a través de la web en la Biblioteca Virtual del Ministerio de Defensa.

Hasta entonces, los ovnis preocupaban pero no se investigaban. Entre junio de 1967 y octubre de 1968 España fue escenario de una “oleada” de avistamientos que implicaron eventualmente a aeronaves en vuelo, tanto comerciales como militares y tuvieron fuerte eco en los medios de comunicación. Así, tras una reunión de carácter secreto a la que asistieron exclusivamente siete generales del Ejército del Aire se emitía una nota informativa solicitando la colaboración ciudadana para que notificaran los avistamientos a las autoridades.

 

El 17 de diciembre de 1968, se centralizaba el tema OVNI en la Sección de Operaciones del Estado Mayor del Aire, y finalmente,  el 26 de diciembre, se establecía la Circular 9266-CT en la que se instauraban las normas de investigación y se clasificaba el tema con grado de confidencialidad.

Para entonces el primer ovni estrellado en España ya estaba bajo las aguas del mar de La Graña. Todo había empezado a las 23:30h del 2 de abril en la Estación de Radio La Carreira. Según reza en el informe desclasificado, un cabo que estaba de guardia, un celador y dos marineros “observan en el cielo un objeto voluminoso de luz opaca que varía de forma cada cinco minutos aproximadamente”.

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El cabo pudo efectuar una fotografía al misterioso objeto desde el centro de comunicaciones de la Armada que se halla entre las localidades de Narón y Valdoviño, en la comarca de El Ferrol. El capitán de corbeta y jefe de la estación radiotelegráfica abrió un expediente en el que consta que “el objeto se encontraba a la izquierda del Monte Campelo“, uno de los puntos más altos de la provincia de la Coruña donde a la sazón había una importante base militar.

 

El misterioso objeto sobrevoló a continuación los astilleros de Astano, donde se estaban contruyendo varios buques de guerra y puso rumbo hacia la desembocadura de la ría sin dejar rastro visible en el cielo y terminó cayendo al mar según testigos presenciales.

Según informa el diario Público, “Cuando los pescadores llegaron al puerto de Ferrol con el ovni a cuestas, un grupo de militares de la Armada los esperaba con caras muy largas para quitarles el objeto y advertirles severamente que mantuvieran la boca cerrada al respecto. El objeto fue subido a una góndola del ejército y escoltado por un convoy de vehículos hasta La Graña. Allí escondieron el enigmático ovni en uno de los túneles que atraviesan el monte que hay en el interior de la base de submarinos de La Graña”.

La Armada comunicó el hallazgo en las primeras horas a la base norteamericana de Rota y un grupo de militares estadounidenses se presentó en Ferrol para llevarse consigo el “aparato” a bordo de un camión militar. Nunca se volvió a saber nada de su paradero.

El prestigioso ufólogo Miguel Pedrero, redactor de la revista Año Cero, consiguió localizar algunos testigos que participaron en la recuperación de aquel objeto de color amarillento y del tamaño de un Caza F86 Sabre.

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Parte de las labores se desarrollaron desde un pesquero llamado “Reina María”  Uno de los marinos José Fernández recuerda que “Era como poliespan amarillento, pero pesaba unos 200 kilos. Nos costó subirlo al barco y lo echamos a proa”.

“El Confidencial Digital” (ECD) pudo localizar a uno de los militares que participaron en las labores de recuperación y custodia de aquel artilugio quien, al parecer, había visto el logo de la agencia aeroespacial estadounidense y las siglas “NASA” impresas en el fuselaje del artilugio.

Pedrero, en su libro Los 20 mejores expedientes X españoles”  (Ediciones Cydonia, 2013)  se pregunta si en el año 1966 el Ejército estadounidense poseía una aeronave en forma de platillo volante, dotada de una tecnología muy superior a cualquier artilugio volador conocido en la época, ¿cuántos avistamientos de supuestas naves extraterrestres podrían corresponder en realidad a aparatos estadounidenses secretos con esa forma de plato volador? fuente

 


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